miércoles, 16 de mayo de 2012

UN LUGAR DONDE QUEDARSE (THIS MUST BE THE PLACE)


Sean Penn, Frances Mc Dormand, nazismo, estrella del rock venida a menos, viaje interior, madurez, redención, Paolo Sorrentino. Como suma suena de maravilla, como película funciona durante cuarenta y cinco minutos para caer luego en una densa redundancia de situaciones que este director, un verdadero portento natural, no sabe (o no le apetece) controlar porque se siente como en un deja vú.

El rollo de la peli es este: Sean Penn, una estrella del rock venida a menos, casado con Frances Mc Dormand y amargado con la vida, recibe un día una llamada de teléfono en la que le comunican que su padre ha muerto y entonces el señor Cheyenne (que así se llama el personaje de Penn) se va a buscar a un nazi que torturó a su padre en un campo de concentración en Austwichz porque sí. Punto y final. La trama a grandes rasgos es esto y nada más, pero esto le sirve a Sorrentino para mostrarnos la vida de un rockero retirado, la soledad del músico, el camino hacia la madurez, dejar atrás el niño interior que todos llevamos dentro y toda la ostia. Para todo esto el director de Il divo utiliza casi dos horas, para contarnos que un hombre está deprimido, pero si eso lo vemos durante media fucking hora al principio del film hasta que la trama empieza andar un poco. No me estoy quejando de que sea un film lento, solo me quejo de que tarda mucho en arrancar y que cuando lo hace no es tan jodidamente profunda como se supone que debería ser.


Estaréis de acuerdo conmigo en que Paolo Sorrentino es un gran director, un hombre que domina el tempo narrativo como dios, que sabe hasta donde debe llegar una escena para que sea perfecta, domina de maravilla las historias que elige para sus películas y sobre todo es un gran director (por no decir el mejor) de personajes, para ser más exactos, es un hombre que ama a sus protagonistas: el de Las consecuencias del amor era brillante y se tiraba casi media hora presentándolo, pero era diferente a este film, allí lo que le pasaba al prota molaba, entretenía; luego, en Il divo, todo el film era una crónica ácida y directa a Giulio Andreotti, pero el personaje estaba tan bien dibujado que te lo creías, además de la interpretación de Toni Servillo que era impresionante e impecable en los dos films. Pero aquí algo falla, poner al servicio de un protagonista tan débil como el Cheyenne que interpreta un pasadísimo de vueltas Sean Penn (que me recordó más al Penn de Yo soy Sam que al de Pena de muerte) no tiene la suficiente garra ni la fuerza necesaria para atraparme ni un segundo de la película.


Y luego, el gran fallo de Sorrentino en este film es algo que he alabado antes de este director: su tempo narrativo, la película está mal planificada desde el minuto uno y eso se nota en el transcurso del film. Lo que debería durar más tiempo, como la búsqueda interior de Penn es anulado y puesto al servicio de unos más que flojos secundarios, como el caza-nazis o la chica con el niño que le pide a Penn que toque la guitarra; sus tramas no me interesan y no dejan avanzar a Cheyenne que sobre mitad del film se estanca y solo reaparece en el tramo final para demostrarnos cuanto ha madurado. Luego tiene aciertos, como la primera parte del film, los travellings que se marca el amigo Sorrentino son envidiables, ejemplar y de escuela de cine es el que se marca en el concierto de David Byrne que deja en bragas al resto del film; o el personaje de la Mc Dormand que, aunque breve es brillante, tanto el personaje en si mismo, como la señora Frances que hace un trabajo espléndido, como siempre. Poco más que añadir, unos paisajes y una fotografía resultona que no esconden los grandes agujeros tanto interpretativos como narrativos de este film. Paolo, te lo paso por ser tu, pero espabila.

5'5/10


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